René Descartes es conocido como el padre o fundador de la FILOSOFÍA IDEALISTA MODERNA. Él era un racionalista. Es también muy conocido por la frase “Cogito, ergo sum”, la cual es la tesis del libro “El Discurso del Método”. Descastes siempre buscó la tranquilidad.

Los puntos capitales de la Metafísica cartesiana son los siguientes:
- Existencia de Dios
- Existencia del alma humana
La definición cartesiana de método es:
“conjunto de reglas ciertas y fáciles, gracias a las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca lo falso por verdadero y llegará sin gastar inútilmente esfuerzo alguno de la mente, sino siempre aumentando gradualmente la ciencia, al verdadero conocimiento de todo aquello de que sea capaz.
Las ideas son lo único que verdaderamente poseemos. “Nada nos pertenece salvo los pensamientos”. La substancia cogitans es la PRIMERA VERDAD.
La base es “Pienso, luego soy”. Pero, ¿qué soy?
Descartes pensaba que lo que nos hace darnos cuenta de nuestra existencia es el bon sens, el cual nos ayuda a distinguir lo verdadero de lo falso. “Si fallor, sum”. Según él, la voluntad debe ser firme y segura en sus resoluciones.
Para Descartes, pensar era lo único de lo cual tenemos constancia de que existimos, no así con otras acciones físicas como caminar o respirar, y hace una diferencia entre el ser físico y el ser psíquico. Entonces, nosotros somos una “res cogitans”. Es decir, lo que nos hace darnos cuenta de nuestra existencia, es el “ego cogito”.
“Si me engaño, existo. El que no existe no puede engañarse; luego yo existo si me engaño”.
Ideas como éstas ya habían sido anteriormente formuladas o pensadas por filósofos como Santo Tomás de Aquino, San Agustín de Hipona (en “La Ciudad de Dios”) o Campanella, quien se ha llegado a considerar como el antecesor de Descartes.